Sin escape

Las películas sobre corredores suelen ser inspiradoras. Movilizan, a través de ejemplos de tenacidad y coraje, a los espectadores. Pero el film Sin escape (Der Räuber, 2010) co-producido entre Alemania y Austria no pretende entrar en esa categoría, al menos no directamente. La película cuenta la insólita pero real historia de Johann Kastenberger, un extraordinario corredor austriaco de la década del ochenta que en paralelo a sus competencias como maratonista se dedicaba a robar bancos. Con un talento natural para las carreras, Kastenberger fue capaz de obtener el récord nacional en el maratón a pocos días de salir de la cárcel en la cual pasó seis años. También es dueño de la mejor marca en la durísima maratón de montaña Bergmarathon. El film, como ya fue mencionado, no es un festejo de la fuerza de un corredor, sino un análisis minucioso y atento acerca del funcionamiento de la mente de un apasionado maratonista. Apasionado, obsesivo, y con una progresiva entrada en la locura. Pero antes que nada, maratonista. De hecho los robos de banco que Johann comete no parecen interesarle por el dinero, sino por la adrenalina y las endorfinas de la experiencia. Absoluto antihéroe, el protagonista de Sin escape no es ningún modelo de conducta, pero a lo largo de la trama uno se compromete con su destino. Y para los corredores, muchas escenas resultarán particularmente emocionantes. Como ya sabían algunos directores, en especial Alfred Hitchcock, el espectador se identifica con mucha facilidad con un protagonista que escapa. La película no trata sobre un dilema moral ni juzga al personaje, que en la realidad fue claramente un criminal. Sin duda se toma muchas licencias poéticas que si bien tuercen un poco los eventos ocurridos, esto enfatiza la reflexión de la película sobre la naturaleza del corredor. La búsqueda del desafío, de la emoción, la fuerza en el corazón que conocemos los que hemos corrido maratones o ultramaratones. Entre las varias características que destaca del film como propias de un maratonista, sobresale la búsqueda de la intensidad pero también el instinto de libertad que habita en las carreras de aventura y en las carreras en general. Brillan justamente dos clases de escenas en el relato: las de los escapes del protagonista (la búsqueda de Kastenberger fue la más grande persecución policial en Austria en los últimos setenta años) y las escenas de las carreras, que logran transmitir la emoción y la belleza del maratón. Es cierto que el protagonista de Sin escape no es un ejemplo a seguir, pero para el director de la película, su historia capta de alguna forma la pasión y la intensidad por la cual nos hemos enamorado del running. El film no busca, tampoco, ser un relativo divertido para un público masivo. Hecha esta última advertencia, vale la pena acercarse a este gran film.