McFarland Sin Límites

McFarland Sin límites (McFarland, USA, Estados Unidos, 2015) de Niki Caro, con Kevin Costner, Maria Bello, Carlos Pratts.

Jim White (Kevin Costner) es un entrenador de fútbol americano juvenil que se ha quedado sin trabajo. Ha tenido un problema con sus entrenados, jóvenes norteamericanos irrespetuosos, poco comprometidos con el deporte. En ese incidente inicial están las primeras ideas de la película. Los jóvenes norteamericanos no valoran lo que tienen, no pelean para obtener mejores resultados. La desmotivación es absoluta y esto irrita al entrenador. Pero White y su familia van a redescubrir el sueño americano cuando él consigue un trabajo en McFarland, California. Al llegar al pueblo descubre que no hay WASP (blancos anglosajones protestantes) sino una población íntegramente conformada por inmigrantes mexicanos y sus hijos. Allí White será profesor en un colegio secundario y con algo de desgano les dará clases de educación física a los adolescentes del lugar, también muy escépticos acerca del nuevo profesor “Blanco”. Estos jóvenes estudian pero también trabajan a destajo en los campos como agricultores, nada les es gratuito, nada les resulta fácil. Cuando White descubra que tienen un gran talento para correr, se le ocurrirá la absurda idea de formar un equipo de cross country con los jóvenes de la escuela. Tampoco White sabe nada de entrenar corredores. Todos deberán aprender. Con esa consigna sencilla, tradicional, con la clásica historia del equipo de “tapados” que debe luchar por encontrar su lugar, la directora Niki Caro arma una historia muy emocionante, llena de humanidad, construida alrededor de personajes nobles. Claro que Kevin Costner es el actor para esta clase de películas. Tanto por la facilidad con la que él se vincula con las historias deportivas, como por la carencia de cinismo en su actuación y su personalidad. Porque una de las cosas que caracteriza a McFarland es su falta de cinismo. No hay película menos cínica este año que la que aquí comentamos. Es difícil que una película de deportes lo sea, más cuando se trata de esta clase de equipos, pero igual llama la atención en los tiempos cínicos que corren, que una película tenga esa nobleza directa chapada a la antigua. Y una bajada de línea extra: la película es la más contundente y clara defensa de los mexicanos inmigrantes en Estados Unidos. De hecho el título original es “McFarland USA” aludiendo a la idea de que es este pueblo mexicano el que mejor entiende la idea del sueño americano. El esfuerzo, la ética, la confraternidad, todos valores que la película defiende. La película es una agradable sorpresa con una postura política y humana transparente y con uno de los más americanos actores que tiene el Hollywood contemporáneo. En cuanto a todo lo relacionado con el running, la película ajusta las clavijas para aumentar el drama. Como siempre, hay que aceptar las licencias poéticas que el film utiliza, al mismo tiempo que no hay que olvidar que se trata de un hecho real. Como siempre en estos casos, habrá grandes momentos de emoción con respecto a este aspecto de la historia real que no anticiparemos aquí. Es interesante como el talento natural de estos jóvenes corredores es aprovechado por el entrenador, así como también descubre rápido que sin un entrenamiento específico no se puede obtener buenos resultados. Como corredores de cross-country, los jóvenes descubrirán que las subidas desarman cualquier estrategia si no hay un entrenamiento de cuestas adecuado. También la película demuestra que un arranque demasiado rápido en una carrera puede producir que el corredor se agote y termine perdiéndolo todo al final. Una vez más: McFarland es una emocionante película deportiva que arma todo para conmover al espectador, cosa que consigue, claro. También es un hermoso relato acerca de cómo el deporte –y en este caso puntual el running- puede ser una puerta hacia la felicidad y la realización personal. Correr es un mundo que incluye las carreras pero va más allá de ellas. McFarland entiende perfectamente esto.