Maze Runner: Correr o morir

MAZE RUNNER: CORRER O MORIR
Maze Runner: Correr o morir (The Maze Runner, Estados Unidos, 2014) Dirección: Wes Ball. Intérpretes: Dylan O´Brien, Aml Ameen, Ki Hong Lee.

Desde el título y el afiche, queda claro que la película tiene, entre sus elementos principales, el running. “Nunca dejes de correr” era una de las taglines de promoción. Y sí, el running tiene importancia dentro del relato. Pero vayamos poco a poco. La ciencia ficción y los universos distópicos al parecer están teniendo un renacer en las nuevas generaciones de lectores y espectadores. Siguiendo la línea de Los juegos del hambre (tanto el libro como las películas) Maze Runner: Correr o morir (2014), basado en el libro The Maze Runner (2009) escrito por James Dashner toma elementos de la ciencia ficción clásica para convertirse en un producto de las nuevas generaciones. Estos libros, muchas veces trilogías, y a veces series de muchos más ediciones, prueban la vigencia de los temas que angustiaban a los lectores desde antes del nacimiento del cine. El protagonista de Maze Runner despierta en una especie de montacargas junto con un montón de provisiones, asciende a toda velocidad hasta llegar a la luz, donde un grupo de jóvenes como él, lo están esperando. El lugar al que llega es un campamento. Su primera reacción es correr, pero pronto descubre que está rodeado de gigantescos muros de piedra. Una sola salida abierta es lo que hay, y dicha salida conduce al laberinto. Laberinto que abre una vez al día y que al anochecer se cierra, dejando sin esperanzas a quien no haya vuelto al campamento donde todos están prisioneros. Las reglas son claras y todos las cumplen. Pero la llegada del nuevo cambiará las cosas. Solo los corredores tienen derecho a salir y explorar el laberinto, pero Thomas –que ha recordado su nombre, aunque no más que eso- está dispuesto a ir más allá que ningún otro. Sin duda hay algo que, para bien o para mal, lo hace diferente. Qué la primera reacción del personaje haya sido correr, y que lo haya hecho rápido, es la pista inicial de la importancia del personaje. Los corredores son los integrantes más importantes de esa comunidad.

El gran mérito de esta buena película de ciencia ficción es que arranca rápido, que avanza sin problemas y establece todos los conflictos de forma veloz. No se sale ni un milímetro de la narración clásica, pero tampoco se distrae ni abandona al espectador. Desde el comienzo y hasta el final, la película ofrece novedades, sorpresas, no necesariamente vueltas de tuerca, solo cosas nuevas que ocurren y mantienen el interés de una punta a otra del relato. Toda la mirada paranoica y desencantada de la ciencia ficción aparece aquí como en los mejores exponentes del género. La condición de saga, sin embargo, no permitirá desarrollar al máximo todos los temas y como siempre quedará esa sensación de que falta algo propio de estas construcciones. Mientras esperamos más, queda claro que estamos frente a una gran historia, donde los que se quedan quietos, no sobreviven. Donde lo que está realmente a prueba es el espíritu humano para salir, o no, del laberinto.

Es interesante ver las mochilas que tienen los personajes que corren. El diseñador de vestuario se las ingenió para que se vean rústicas y primitivas, pero a la vez se parezcan a las que se usan para las carreras de aventura. Los personajes deben ser rápidos para explorar el laberinto, pero también deben tener resistencia para estar tanto tiempo corriendo. La película le da gran importancia a ambas cosas, aunque los momentos de mayor suspenso son aquellos en los que deben correr rápido para evitar morir. Hacia el final de la trama se mezclan corredores rápidos con aquellos que no han corrido en toda la película. Un detalle que le quita algo de fuerza a la lógica del relato, pero aun así no tiene mayor peso en el balance final. No deja de ser lindo, más allá de todo, que los runners sean, al menos en este film, los que tengan mayor importancia dentro de una sociedad.