6ta corrida nocturna Peñaflor

Cuando llega el fin de año los corredores disfrutamos mucho cerrar el calendario con alguna carrera. De ahí el nacimiento hace noventa años de la famosa San Silvestre en San Pablo y todas sus derivadas, no solo en Latinoamérica sino en el mundo. A falta de una San Silvestre en el lugar donde me encontraba, me anoté en una carrera el 30 de diciembre en Santiago de Chile. 6ta Corrida nocturna de Peñaflor. Yo jamás había visitado ese municipio a una hora del centro de Santiago y no sé si alguna vez lo volveré a visitar, porque fue más el azar que otra cosa lo que me llevó hasta allí. Mi novia, también corredora, se anotó y estando de vacaciones alteramos un poco el cronograma y nos fuimos a la aventura. Cualquier corredor sabe que es un placer descubrir carreras nuevas y esta no fue la excepción. Averiguamos que micro tomar y sus horarios –evitamos “la hora punta” como nos dijeron en la terminal para viajar tranquilos- y allá fuimos. La carrera, como muchas en distintas partes del mundo, era gratuita. Había que anotarse por mail o personalmente. Nosotros nos habíamos anotado por mail y llegamos a la plaza principal de Peñaflor temprano, lo que nos permitió disfrutar también de la previa, mirar a la gente, ver como el vecindario se iba preparando. Dos animadores muy animados y simpáticos iban aligerando la espera y tampoco faltó el Viejito Pascuero (Papá Noel) que luego de la Navidad había quedado con tiempo libre. Se sentía el orgullo barrial en cada momento.

Las carreras gratuitas, lejos de lo que muchos piensan, suelen convocar a corredores de gran nivel y esta no fue la excepción. No todas, claro, pero esta era de esas que con ver las caras y los cuerpos uno sabe que se ha hecho presente un grupo de corredores de elite o ex corredores de elite que siguen siendo de lo más rápido que se puede encontrar en una competencia de calle. También vinieron niños atletas, algunos sorprendentes, a sumarse a la experiencia. Hubo una corrida familiar de 4 Km que salió 15 minutos antes que la competitiva de 10 Km, con lo cual no hubo problemas de cruce entre ambas categorías. Para cuando largamos los de 10 Km, ya habían desviado a los demás.

A las 21 hs largó la carrera. Como toda carrera gratuita, la falta de chips hacía obligatorio que cualquiera que quisiera hacer un podio saliera adelante. No eran tantos los que ambicionaban eso, pero hubo que meterse adelante con fuerza. En total hubo unos tres mil corredores, aunque no tengo el dato de cuantos en los 4 o los 10 puntualmente. La carrera salió con la última luz del día y al minuto de haber arrancado ya estábamos corriendo de noche. El circuito está muy bien porque no tiene ni una sola curva cerrada ni un retome por lugares ya recorridos. Es decir que se podía correr rápido. Aunque las temperaturas en Chile eran bastantes altas durante el día, de noche bajaban bastante, así que el clima fue bueno para correr. Yo llevé mi Gatorade para después de la carrera, una botella de agua para la previa y eso más la hidratación de la carrera alcanzó.

Es raro correr una carrera así, pero también es inspirador. Sin chip, en mitad de las vacaciones, en un lugar al que nunca había ido, todo eso contribuyó a pudiera correr relajado, aprovechando al máximo el placer de correr y descubrir. De noche es poco lo que se ve, pero fue un placer estar corriendo en otra ciudad, como siempre. Lo curioso fue que, como luego averigüé, los perros callejeros no son solo un problema en Santiago centro –el maratón ha tenido problemas al respecto- sino también en Peñaflor. La sangre no llegó al río pero pensé que un perro furioso me mordía. Perros hubo durante todo el recorrido, más común de lo que uno está acostumbrado.

Empecé corriendo fuerte y me mantuve casi a mi ritmo óptimo de 10 Km. Junto con otro corredor veterano íbamos dando todo en cada kilómetro. Tampoco había anuncio de kilómetros, había que confiar en el Garmin. Aunque venía de entrenar mucho y muy fuerte sin preparar esta carrera, pude mantener un excelente ritmo hasta el kilómetro 8 y un poco más, hasta que descubrí, con sorpresa y algo de pena que el circuito estaba mal medido y que no iba a ser los prometidos 10 Km, sino muchísimo menos. 8 Km y medio que hicieron que me perdiera la posibilidad de medir con mis propias mejores marcas. Pero está bien así, de esa forma se mantuvo el espíritu relajado. Me abracé con mi competidor durante toda la carrera y nos felicitamos mutuamente.

El alcalde Manuel Fuentes Rosales, todo un personaje, le dio la medalla de finisher y la mano a todos y cada uno de los tres mil corredores. Digamos también que aunque la carrera era gratuita hubo remera para todos y una gorra de regalo, además de la medalla. ¡Y pensar que hay carreras pagas que no son capaces de dar el hermoso regalos simbólico de una medalla! Sin duda esta es una carrera que está creciendo y es orgullo del municipio de Peñaflor. Para coronar la amabilidad, dos ómnibus fueron contratados para llevar a los corredores de Santiago centro nuevamente a la ciudad, lo que nos liberó de la tensión de esperar el último micro de línea que salía de allí. Ver los podios sirvió para corroborar la calidad de corredores, algunos, incluso, campeones nacionales del ayer.

Una hermosa fiesta, sin duda, la muestra clara de que los corredores somos todos iguales, en cualquier lugar del mundo. Fue una gran experiencia y recomiendo siempre buscar estas carreras cuando se viaja. En internet se encuentran y luego entrando en foros o páginas de running pueden investigar los comentarios sobre como es la carrera. Por lo pronto yo sumé una experiencia más, me divertí, corrí fuerte y despedí el año como más nos gusta a los corredores: con una carrera.