Maratón Glaciar Martial 2017

Cualquier corredor aficionado sabe que uno de los beneficios extras de correr es el viajar para conocer lugares que antes del running nunca habían visitado. Más aun, que sin el running jamás habrían visitado. Muchos de nosotros conocimos nuestro país y el mundo de esta manera. No puedo hablar por todos los países, pero la variedad y la oferta que tienen los corredores argentinos dentro de su territorio es algo digno de destacar. Pensar que en un mismo país se pueden recorrer todo tipo de paisajes, temperaturas, estilos y formas de carrera es un motivo más que suficiente para sacar un mapa, hacer las valijas y empezar a soñar con correr por todo nuestro territorio. ¡Nada menos que una carrera en el fin del mundo!

Al recibir una invitación de Ushuaia extremo para correr en esa ciudad, dije que sí sin dudarlo porque definitivamente quería viajar para conocer Tierra del fuego, un lugar que siempre quise conocer y en el cual nunca había estado. Confesión: es muy difícil que ahora yo viaje a una ciudad de Argentina sin la hermosa excusa de correr en ella. Muchas veces el deseo de correr se ve limitado por muchos factores, por eso también es muy importante saber elegir a donde ir. Uno de esos factores es el calendario de carreras. No hay que correr demasiadas carreras, hay que cuidarse y recuperarse. La suerte estaba de mi lado y en la fecha en la que se corría el Maratón Glaciar Martial yo tenía mi calendario de carreras prácticamente liberado.

Por supuesto que la tentación es correr la distancia que le da nombre a la carrera, pero una vez más, lo que debe primar a la hora de correr es no pasarse de rosca y exigirse más allá de lo saludable. Siempre y cuando hablamos de correr fuerte, que es la única manera honesta de correr, seamos lentos o rápidos. Elegí correr los 21 Km, una distancia en la que me siento cómodo y para la cual podía hacer un entrenamiento digno de cara a la competencia. 10 Km era poco y además no me siento tan cómodo en una carrera tan corta y explosiva.

La generosa invitación se hizo extensiva a todos los que organizaban la carrera, la oficina de turismo y la gente de Ushuaia en general. No voy a nombrarlos a todos, pero pocas veces me sentí tan cuidado y valorado en una carrera. Hay mucha gente dispuesta a dar lo mejor en muchos puntos del país, no todo pasa en Buenos Aires, obviamente. Apenas llegamos al aeropuerto de la ciudad la vista me dejó impactado. Ya las montañas tan cercanas se veían hermosas desde el avión, pero al caminar hacia la salida del aeropuerto tuve que parar a sacar fotos. Hay infinitas vistas increíbles en Ushuaia, pero les aconsejo que no se pierdan la del aeropuerto. Son solo un par de minutos para disfrutar de la maravillosa vista alrededor.

El atleta profesional es la carrera y solo la carrera y aunque en lo personal no soy alguien que se distraiga del objetivo, soy un amateur que si tiene tiempo busca aprovechar la ciudad visitada. Ushuaia es una gran ciudad. Pequeña, pero llena de cosas para hacer y disfrutar. El turismo de aventura es una de sus máximas virtudes, desde estas carreras hasta paseos en bicicleta por el hielo o una intensa temporada de ski. Turismo y deporte, deporte y turismo. Pero siendo yo completamente runner, ski, kayak, trekking y bicicletas quedan relegados, lo mío es correr. Hay una pista en el polideportivo para quienes quieran correr en un circuito corto y medido. Hay unas cuestas en ciudad que son bien duras y por supuesto se puede ir hacia el Glaciar Martial como un entrenamiento o paseo fuerte. Pero eso no es todo, hay más.

Cuando llegué a la ciudad tenía como objetivo no solo participar de la competencia sino también visitar la Cárcel de Ushuaia y presidio Militar. La fama precede a ese lugar, una de las visitas obligadas para los turistas. Es un museo lleno de información y una visita guiada lo hace aun más interesante. Es un tema apasionante que a quien le interese la historia le va a fascinar. Podría ser un museo mejor, pero es igualmente muy bueno, incluso en el ala abandonada, que tiene más misterio que las restauradas. El museo incluye una reconstrucción del Faro del fin del mundo, inmortalizado por la novela de Julio Verne.  No es mal consejo leer la novela antes o durante el viaje. Hay más museos y paseos, pero dependerá del tiempo que tenga cada uno para recorrerlos la elección de los mismos. Es posible que un viaje de cinco días alcance para ver todo. Turistas de todo el mundo llegan hasta ahí, en una proporción mayor a la que vemos en el resto de Argentina. También se pueden ver los Cruceros en el puerto las veinticuatro horas del día.

Un dato de color es que en diciembre amanece antes de las 5 AM y el atardecer empieza a las 22 hs. Quien quiera aprovecharlo bien, podrá estar todo el tiempo con luz de día. La temperatura varía, el viento cambia, las nubes pasan rápido. Dicho todo esto pasemos al día de la carrera, que es el motivo principal del viaje y por el cual se justifica viajar con las zapatillas hasta allí.

El Maratón Glaciar Martial es una carrera aun pequeña, con un estilo de perfil bajo, muy al estilo de las carreras europeas, sin tanto show, directo a la carrera. El paisaje se lleva bien con esa austeridad y hasta el 2017 funciona. Veremos el año que viene si al crecer mantiene ese espíritu, esperemos que sí. En la largada, donde se puede dejar una bolsa con ropa, hidratarse, ir al baño y cambiarse en instalaciones calefaccionadas, la temperatura es baja pero ideal para correr. Entre cinco y diez grados son perfectos para correr. Dependiendo del estilo de corredor, una mochila hidratadora, liviana alcanza para los 21 Km y los 42 Km también, en los 10 Km no es necesario llevar nada. Las tres distancias parten juntas, lo que permite ver todos los estilos de corredores, los novatos, los experimentados, todos.

Se larga y empieza la aventura. El paisaje es arrebatador, por más que hay que correr fuerte e ir midiendo la energía, nadie queda indiferente ante lo que se ve. Las montañas del final de Los Andes, el Canal de Beagle, todo es impresionante. Pero hay que subir, y después de un puñado de kilómetros comenzamos con el esfuerzo más duro para los 21 Km y los 10 Km. Todos salimos rápido y acá la multitud se va a espaciando, sin que podamos ver quien corre cada distancia. Los punteros se alejan, entre ellos los de 42 Km. En la confusión y el esfuerzo uno realmente pierde la noción de a quien pasamos, solo hacia el final uno se da cuenta. Todo lo que sube tiene que bajar, no es una ley exacta en el trail run, pero lo fue aquí. Mucha velocidad para una bajada por ripio que nos permite retomar el aire y ya ordenar un poco más el plan. Así volvemos a pasar cerca del punto de partida, donde terminan los de 10 Km.

Pasado esto sigo viendo tres corredores delante de mí. En realidad había cinco, pero yo no lo sabía, solo veía tres. Por un retome tenía la certeza de que podían ser de los 21 Km. En una carrera pequeña, un cuarto puesto es digno, pero sin tener a nadie cerca detrás de mí y con mitad de la carrera corrida, todo parecía destinado a quedar así. Pero entonces uno de esos tres corredores gira y empieza a correr en dirección contraria. Lo primero que pensé era que me había perdido. Pero cuando se acercó vi que era un corredor de 10 Km que se había pasado. Si no me fallaban los cálculos, entonces yo estaba tercero en la general y, seguramente, primero en mi categoría. Había venido a pasar el rato y conocer, pero el premio a correr lo mejor posible ahora parecía sumar un podio. Fui por él, claro. Miré atrás por un instante y vi a un corredor que se acercaba. Mentira, no se acercaba, pero yo creía que sí. Del kilómetro 12 al 21 decidí poner todo lo tenía. En mi cabeza me inventé un perseguidor y eso me sirvió.

Cuando llegaba hacia el final de la carrera en la entrada al bosque para terminar, una chica de la organización y Ezequiel Brahim, colega y gran corredor, me marcaron el camino. Ezequiel me gritó: “Dale que vas por podio”. No me dijo “Dale que venís solo”  y corrí ese kilómetro como alma que lleva el diablo. El sendero era perfecto, bastante recto, pero con muchos lugares de barro. Así que a la fuerza del final le tuve que sumar el tener que saltar y calcular las pisadas. Pero lo logré. Al llegar estaban esperándome el primero y el segundo, Ezequiel, el fiscalizador y los demás integrantes de la organización, así como algunos familiares. Hermosa llegada, justo al lado de una bajada y con el Glaciar Martial de fondo. Enorme paisaje, inolvidable.

De allí nos fuimos con Ezequiel y Nacho Rodriguez Balbuena -gran atleta local y des ahora amigo- a la llegada de los 42 Km en el polideportivo. En primer lugar llegó César Ruiz con un tiempo de 03:03:46 y en segundo lugar Norman Aravena con 03:07:44. Dos tiempos realmente buenos si pensamos en que hablamos de un trail con un circuito duro. El tercer puesto fue para Javier Godoy 03:35:51. Las damas ganadoras fueron Silvia Edith Palomo en primer lugar, escoltada por Claudia Pilar Alonso.  En los 21 Km el podio fue Pablo Salgado, Julián Duarte y, como ya conté, Santiago García, con un tiempo de 01:33:27, más el primer puesto en mi categoría. Las primeras tres damas de los 21 Km fueron Cristina Bustos, Carla Flamini y Elena Varela. Los 10 Km fueron para Ezequiel Brahim, Ariel Ramirez y Andrés Gómez.  Y los primeros tres puestos de mujer fueron para Gianina Rios, Luz Marina Perez Rivero y Elba Graciela Morand.

A las 20 hs de ese mismo día (aun no era de noche, claro) fue la entrega de premios y sorteos. Para los periodistas hubo un par de regalos extra –mochila hidratadora y polar en mi caso-, pero no fueron por sorteo, solo otro gesto amable de los anfitriones. Fue una agradable sorpresa ver que muchísima gente fue a la entrega y se quedó a presenciar con alegría la entrega de los premios. El clima en una ciudad así sin duda une más a la gente, algo a tener en cuenta para todos los organizadores.

Aun tiene mucho por crecer el Maratón Glaciar Martial, es más, tiene el deber de crecer porque el lugar y la fecha son inmejorables. Los organizadores tienen espíritu abierto para escuchar consejos y obtener devoluciones de los corredores. Es lo mejor que puede hacer un organizador, escuchar a los corredores. En lo personal ha sido una de las mejores experiencias como corredor y espero volver por más.